CEFB . 25 NOVIEMBRE 2022.
El 5 de noviembre, en la Casa del Escritor, la Agrupación Cultural Mulatos, El Centro de Estudios Francisco Bilbao y la Sociedad de Escritores de Chile entregaron los premios a los ganadores del concurso “La Revuelta en una Plana”.
Publicamos los textos ganadores de primer, segundo y tercer lugar en Poesía y Relato.
POESÍA
PRIMER LUGAR: “ENTRE RUINAS LA NOCHE” , AUTOR : RODOLFO PÉREZ-LUNA CONCEPCIÓN-OCTAVA REGIÓN
SEGUNDO LUGAR: “DÉCIMAS POR LA REVUELTA” AUTOR: CLAUDIO FERNANDO RAMÍREZ LAGOS SAN FRANCISCO DE MOSTAZAL-SEXTA REGIÓN
TERCER LUGAR-MENCIÓN HONROSA: “DE REVOLUCIONES Y RESISTENCIA” AUTORA: AMPARO SOFÍA NAVARRETE MELLA SANTIAGO
RELATO
PRIMER LUGAR: “DESDE LA VENTANA” AUTOR: ZORU KALASHIE SANTIAGO
SEGUNDO LUGAR: “LIBERTAD” AUTOR: ERIC LEANDRO ACUÑA ALDANA BUIN-REGIÓN METROPOLITANA
TERCER LUGAR-MENCIÓN HONROSA: “EL ARTE DE SOBREVIVIR” AUTOR: JORGE VEKARIC SUÁREZ VILLA ALEMANA-QUINTA REGIÓN
Poesía.
PRIMER LUGAR
ENTRE RUINAS, LA NOCHE
Me abro paso por muros
que hace apenas unos días
erguían su mentón sobre el horizonte,
inflaban de orgullo marcial su pecho,
duro ponían el vientre
como fornido atleta antes de aferrar al cuello su pesa,
al tope alzaron – jornada tras jornada –
sus hombros al nubarrón tacaño
y firme apretaban los puños de la usura.
Todo ello bajo un manto de agobio,
propio de un vagar por el desierto.
Bastó, sin embargo
un salto a galope olímpico.
Un bramido de trompeta entre manos aceitosas.
Un vociferío en las graderías.
El arrebato del último andén
para tumbar cascadas de sudor bajo nucas de borrego.
Los botones de arriba, también buscaron su liberación.
Esos botones; verdaderos grilletes del viejo mundo.
Sí, digo viejo mundo,
porque ahora, mientras dejo atrás mis pisadas.
Otro río eleva su cauce.
El río cuyo baile frenaron
hoy vomita humo, ceniza;
rastrojos y harapos.
Él me enseña
que aquí entre ruinas,
la noche pasa su lengua a las estrellas,
pero ella sólo muestra su saliva
a quien tenga pies de ave errante.
A su orilla rodará la manzana
por la que apostar la vida
para salir disparado a desbocarse.
Pues aquí la luna te mira de frente
y por mucho que lo intentes
no te quita los ojos de encima.
RODOLFO PÉREZ-LUNA
SEGUNDO LUGAR
DÉCIMAS POR LA REVUELTA
AQUEL DÍA DE PRIMAVERA
CHILE POR FIN DESPERTÓ
Y A LAS CALLES SE VOLCÓ
POR JUSTICIA VERDADERA
Ya estaban todos cansados
De soportar injusticias:
Políticos y milicias;
De verdes y colorados;
Sosos discursos gastados
De la patria y la bandera
Mientras, una balacera
Dejaba unos hombres tuertos
Mientras otros eran muertos
AQUEL DÍA DE PRIMAVERA
Se unieron los colegiales
En un evento espontáneo:
Treinta pesos y treinta años
Y, por las redes sociales,
Que lograron ser virales
Y que todo lo logró;
Por fin se manifestó
Innegable sentimiento
Y, por tanto sufrimiento
CHILE POR FIN DESPERTÓ
Primero fue lo del Metro:
Poder lograr la evasión;
Llenaron cada estación,
Significando un gran reto,
Y, sin pagar los boletos
En cada andén se subió
El pueblo, que desafió
Para quitarse las vendas
Por fin agarró las riendas
Y A LAS CALLES SE VOLCÓ
Con ollas, palos y pitos
A las plazas avanzaron;
La revuelta comenzaron
A fuerza de voz y gritos
Que jamás fueron marchitos
Y, con furia majadera
La voz del joven lidera
Pidiendo un cambio profundo
Y, para clamarle al mundo
POR JUSTICIA VERDADERA
Pseudónimo: “TOROMIRO”
TERCER LUGAR
De revoluciones y resistencia
A veces me pregunto qué sería de mí sin el miedo.
Que caminos hubiese seguido si el terror a equivocarme no me hubiese fundido los pies y los ideales al concreto.
Me pregunto si sería más valiente.
Y es que valiente nunca he sido, por qué valientes son los que, con miedo a terminar sus días viendo a medias, han preferido seguir luchando a ciegas.
Y es que creo que hemos ensuciado tanto nuestra sociedad que hemos perdido la capacidad de distinguir la realidad.
Porque valientes son los que han usado sus ojos como ventanas y su sangre para limpiar la grasa de un mecanismo roto.
Últimamente, me pregunto que hubiese sido de mí sin octubre.
Le Guin dijo que no puedes comprar una revolución, que no puedes hacerla: solo puedes serla. Que está en tu espíritu o no está en ninguna parte.
Me pregunto si puedes despertarla.
Porque los días han pasado y siento que los ojos que se han perdido me han ayudado a ver.
Y que los cantos que antes ignoraba ahora escalan por mi garganta en forma de esperanza.
Quizás todos nosotros somos un recipiente de pólvora esperando un estallido para quebrar la realidad.
Y es que quizás las llamas nunca han sido tan malas.
Últimamente, me pregunto que seria de mí si hubiese nacido en otras circunstancias.
Buckminster Fuller dijo alguna vez que no puedes cambiar las cosas luchando contra la realidad existente, que para cambiar algo debes construir un modelo que deje al existente obsoleto.
Pero como cambias, una sociedad que prefiere sopesar los costos de la vida de un niño que vaciar sus bolsillos.
Como si la vida humana fuera algo que puediese matematizarse.
Como si pudiésemos reducir la dignidad a un sin fin de costos y beneficios.
Como si el peso en oro de nuestros muertos fuese menor al de los suyos.
Últimamente, me pregunto que hubiese sido de mí sin el estallido.
Y es que me encuentro con que siempre hemos estado divididos.
Y que nunca hemos sido un todo, siempre hemos sido un nosotros y un ellos.
Mitchell dijo que las revoluciones son una fantasía, una locura. Hasta que suceden y luego las vemos como inevitabilidades históricas.
Y es que sí, somos una inevitabilidad histórica, porque hay un límite de lo mucho que puedes inyectarle injusticia una sociedad sin control médico, antes de que genere resistencia.
Y esto es la resistencia.
RELATO.
PRIMER LUGAR
DESDE LA VENTANA
Altes
«Pinto un país falso, dioses cobardes». ¡Era…, es!, lo que pienso mientras estoy en la ventana del departamento, que no es mío, que arriendo. Miro como octubre llena de extrovertidos caminantes la Alameda: banderas, pancartas, tricolores emblemas, rostros curtidos, niños que juegan. ¿Será posible? ¿Será que hemos despertado? ¿Será un sueño, y aún estoy pegado a las sábanas del remordimiento? No sé…, no sé. Cuesta creer en los cambios, salir de la zona de confort, comprar pasaje en la ilusión de un país que se parte en dos. Pero y sin embargo, ahí va un anciano empujando la silla de ruedas, donde ella, también anciana, sonríe y despliega una cartulina blanca con letras rojas: «Educación de calidad para todos». Y yo aquí, adherido a la ventana de pensamientos anquilosados en la parafernalia de la cobardía. Siempre atrás, murmurando, casi sin sacar la voz, ni defender mis derechos, ni el de nadie, para que no me apunten con el dedo. Ese dedo que es más cobarde que yo. Y los ancianos rueda que ruedan por la Alameda, sin apuntar el dedo en ninguna dirección, los ancianos, que se unen al tropel vociferante de esperanzas, donde comparten el agua y la voz, el sudor y la risa, la emoción y la bandera. Mientras yo no me despego de la ventana y miro el octubre compartiendo el pan en la calle, adornada de tonos alegres, de comparsas que no dejan indiferente a nadie, ni a mí que soy un tronco seco y sin ritmo: bailo, me alejo de la ventana, bailo, voy por un café, bailo, derramo el café; mi ritmo y el café no se llevan. Ya no importa. Suspiro, en tanto, el ondulante folclor cuelga de otras ventanas, que enarbolan banderines y gritan, para que el cielo escuche la romanza de un pueblo que despierta en los rostros cansados. «Pinto un país falso, dioses cobardes». ¡Era…, es!, lo que exclamo, mientras bajo por el ascensor y me enfrento a la Alameda y su bullicio. Voy en busca de los ancianos y su silla de ruedas, pero ya hay cientos, miles, los ancianos: rueda que ruedan en el pavimento de las pancartas multicolores. Elevo la vista hasta donde observo la lejanía de mi ventana, me mira, mi ventana: todo se ve distinto desde el ojo escrutador de las alturas. Y yo, que me creía pintando un país falso.
SEGUNDO LUGAR
Libertad
Papá:
Te escribo desde las 4 paredes que han sido mi prisión nocturna durante las últimas 5 jornadas. Celda conocida, que ha sabido de alegrías, celebraciones y sueños. Pero que en estas 5 noches se ha convertido en una jaula con vida propia. No sabes el sentimiento que me da, el entender que las mismas 4 paredes que un día dieron vida al sueño de “La casa propia”, sean las que hoy me tienen encerrado, lleno de angustia, pena y dolor. Quisiera maldecir esta jaula, pero no puedo; Mi desayuno sería más frío, el almuerzo más agrio y la soledad más desértica. Tampoco puedo agradecer el estar seguro dentro de estas 4 paredes, ya que esa seguridad coarta mi derecho de libertad.
Misma libertad que prometiste nunca perdería. Cuando me juraste, con lágrimas en los ojos, que esos 17 años de lucha no serían en vano. Que tus incontables silencios productos del miedo, habían llegado a su fin. Y que, a pesar del sufrimiento, estabas feliz, porque sabias que ni uno de tus hijos viviría alguna de esas frustraciones, ni siquiera en sueños.
Siempre dijiste que debía estudiar para ser más que tú, pero no más que el vecino. Que las comparaciones eran idiotas. Que debía ayudar al que tenía menos, ya que no todos tenemos las mismas oportunidades y, además, nunca sabría cuando esa mano podría venir de vuelta. Que no importa tu apellido, tu color de pelo, ni la marca de tu auto. Solo el hecho de estar vivo, ya te hace igual al de al lado.
Desde mi casa, que esta noche funciona como centro de reclusión, te escribo con pena. Con el estómago apretado y la garganta hirviendo en rabia. No me metí en problemas, pero igual estoy preso. No estamos en guerra, pero igual hay compatriotas caídos a manos de desalmados con permiso para percutar. Fui a pelear por mis derechos, como siempre me enseñaste, pero tuve arrodillarme para que no me dispararan. He llorado, me he ahogado, he caído y me han hecho retroceder. Pero en ese momento, han llegado todas las manos de vuelta que un día prometiste. Pero no en plata ni en pitutos, sino que, en limones, agua con bicarbonato, abrazos de aliento. Manos amigas que me han hecho entender todo lo que tú y mi pueblo pelearon hace un tiempo: El derecho de vivir en Paz.
Entiendo el dolor que debes sentir al recordar todos esos años de abusos, injusticias y silencios dolorosos. Pero desde aquí te digo, que, aunque no sepa cómo vivir este momento, lo haré con valentía y sin miedo. La fuerza pública nos hará retroceder, pero junto al pueblo sabremos levantarnos y gritar nuestras demandas con más fuerza. El amor será nuestra cura contra la angustia, la pena y el dolor. Sabremos como enfrentar al poder, al dinero y la avaricia de los que más tienen; hasta que la igualdad sea un derecho y puedas tu y tus nietos, caminar por las avenidas de un país más justo y equitativo.
Hoy ya no existe el miedo, hoy tenemos coraje. Como dijiste alguna vez: “De los valientes se escriben historias”.
Y esta semana, fue solo el prólogo.
Un abrazo fraterno
Tu hijo
24-10-2019
TERCER LUGAR
El arte de sobrevivir.
Cada uno de nosotros iba subiendo aleatoriamente, luego de una protesta realizada en la Plaza. Esta vez los pacos fueron más violentos. Me senté en silencio, luego de haber luchado inútilmente. A mi lado había una mujer empapada. Golpeaba frustrada, el suelo frío del camión con sus pies. ¡Pacos culiaos!, ¡no entienden nada! gritaba enardecida. Al frente fue abruptamente empujado un joven que tenía una sonrisa permanente en el rostro, a pesar de la golpiza que había recibido. A su lado se encontraba una mujer que mantenía una pancarta arrugada entre sus brazos, como el mapa de un tesoro que debía proteger. Al fondo, yacía otra joven con los anteojos rotos, y que escupía sangre. La acompañaba lo que parecía ser su hermana, esta llevaba una polera de Frida Kahlo. Se mantenían siempre tomadas de las manos. Cerraron la puerta, dejándonos entre la oscuridad y un aire que sofocaba. Pasados los minutos nos presentamos. El risueño Mateo tenía unas galletas rancias que compartió. El dulce en nuestras bocas que hormigueaban, nos dio un momento de felicidad, mientras afuera las piedras marcaban el ritmo de nuestro viaje hacia la incertidumbre. ¿Vieron la película NO?, nos preguntó Mateo. Asentimos en cámara lenta. La chica de anteojos, Amanda, mencionaba La Vida es Bella. Y así la lista de películas sobre opresión y humor aparecían. Los demás Lorena y Mónica nos contaban sus estudios en teatro. Se dan cuenta nos dijo Amanda. “Tenemos el arte para no morir de la verdad”. Una frase de Nietzsche, que me quedaría grabada como los rostros de cada uno, de los que me acompañaban en este viaje. Hagamos una obra ¿les tinca?, preguntó exaltada Lorena, alzando sus brazos. Ideas por favor, que tenemos poco tiempo. Nos miramos y luego de una breve pausa nos reímos entusiasmados. Ya, pero, ¿qué haremos?, pregunté tímidamente. Podríamos empezar una parodia de Pinocho, pero nos sacarán más la mierda, agregué. Idiota, me dijo Amanda riendo. Si, me gusta exclamó Mateo, Pinochet podría ser un demonio que susurra a Piñera. Vamos Sebastián, ponte duro, “estamos luchando contra un enemigo poderoso”. Luego de eso. Piñera lo repite, y de su espalda aparecen carabineros disparando con sus ojos cerrados. Trabajar con el cuerpo po. Lorena se levanta, contorneando su cuerpo, ya cabros me gusta, entonces yo seré la Hippie de la Libertad. Se puso su cinturón en la cabeza y arrancó trozos de la pancarta de Mónica, las enrolló y tiñó con un concho de bebida. Tenemos las flores, dijo emocionada. Con el montaje listo, sentíamos al mismo tiempo que el camión daba unas vueltas frenéticas, avisándonos que el estreno se acercaba.
El camión se detuvo. Los pacos abrieron la puerta entre gritos. Mi pánico escénico se rompió en ese momento, y junto con Mateo abrimos un papel húmedo que temblaba, con el escrito “por favor silenciar sus escopetas”. Pensé que nos sacarían la mierda y censurarían. Pero vi a los pacos con sus armas bajándolas lentamente y observándonos. Aguanté la risa al ver la caracterización de Pinochet y de Piñera, interpretada por Mateo y Mónica. Amanda y yo fuimos los carabineros ciegos que chocaban con los muros del camión, mientras levantábamos nuestras manos disparando. Fue un momento mágico. Finalmente, la hippie angelical, saliéndose de libreto, y con un público duro, les lanzó a los pacos las flores caseras. Nos tomamos de las manos, antes de que nos bajaran esta vez, con menos violencia. Marchamos como el protagonista de la Vida es Bella, mirando a nuestros familiares y amigos que gritaban a lo lejos, para que no se preocuparan.
Al estar en el calabozo nos abrazamos. ¿Qué les parece si hacemos otra obra en este cálido escenario?, ¿Vieron Hunger? Nos preguntaba Mateo irónicamente.
En aquel lugar frío, estrenaríamos una nueva obra. A lo lejos los pacos nos observaban silentes. Una uniformada se fue acercando de a poco a nuestra celda. Su sonrisa ya la conocía.
Seudónimo El soñador